martes, 7 de febrero de 2012

Excelencia ética en la docencia



Fotografía: Víctor García Ramírez


PROFESOR EZRA HEYMANN


“…Además, de él hemos aprendido a no dejar nunca esperando
a nuestros estudiantes, a cumplir cabalmente con nuestras obligaciones
como profesores, a no juzgar con demasiada severidad los
errores de los alumnos y las alumnas, a confiar en que un estudiante
problemático, e incluso mentalmente perturbado, pudiera reorientar
su vida bajo la guía atenta y comprensiva de un profesor”.


SEMBLANZA DEL PROFESOR EZRA HEYMANN

"Nacido en 1928 en Cernauti, ciudad a orillas del Prut que queda ahora en la frontera entre Rumania y Ucrania, proveniente de una familia judía-alemana, Ezra Heymann emigró, en 1953, a América del Sur, huyendo del estalinismo y del antisemitismo. Estudiante de filosofía en Bucarest después de la Segunda Guerra Mundial, inicia en su nuevo país, Uruguay, su carrera como profesor de filosofía en el Instituto Artigas como especialista en filosofía moderna y contemporánea.
Poco tiempo después, comienza su carrera académica en la Universidad de Montevideo. En 1974, luego de un enfrentamiento verbal con las nuevas autoridades universitarias impuestas por la Junta Militar golpista, en el que reivindica los derechos de los estudiantes y profesores a un régimen académico democrático y en el que impere la libertad de expresión y de cátedra, debe huir de nuevo, esta vez a Venezuela. Tras un breve período como profesor en la Universidad Simón Bolívar, la Escuela de Filosofía de la UCV le ofrece en 1977 una posición como profesor, cargo en el que permanece hasta el año 2006, en el que solicita su jubilación. Desde el inicio de su carrera, el profesor Heymann ha sido un baluarte del Área de Filosofía de la UCV (Pregrado y Postgrado) en los estudios de la filosofía alemana clásica y contemporánea. No sólo es especialista en Kant y Hegel, sino que se ha mantenido siempre actualizado en los desarrollos y en las grandes figuras de la filosofía alemana contemporánea (Habermas, Gadamer –su Doktorvater-, Ernst Tugendhat, Martin Heidegger, Edmund Husserl y Nikolai Hartmann), de forma que a su cargo han estado las cátedras dedicadas a esta filosofía en nuestra universidad, así como la formación continua de las nuevas generaciones de profesores que las han venido ocupando. Gracias a su estímulo, muchos de nosotros hemos decidido realizar nuestros postgrados en Alemania y hemos dedicado nuestras carreras académicas a la continuidad de los estudios de la filosofía alemana en Venezuela.
El mérito a la actividad docente se establece en nuestra disciplina, sobre todo, por la capacidad que tiene un profesor para enseñar a sus estudiantes a desarrollar su juicio reflexivo y otras competencias cognitivas asociadas al análisis de los distintos elementos que componen la argumentación racional. Es en este sentido que el profesor Heymann ha prestado también un servicio invalorable a la filosofía venezolana pues no se ha limitado a transmitir conocimientos complejos o de alto nivel a sus discípulos; con su actividad docente en cursos y seminarios y con su presencia continua, entrañable, en un escritorio colocado en un pequeño jardín interior de la Escuela de Filosofía, el profesor Heymann ha visto pasar generaciones de estudiantes, investigadores y profesores del Área de Filosofía, en busca de un diálogo que ilumine un problema difícil, una idea cuyas implicaciones no se alcanzan a ver con claridad, o tal vez un libro que no se entiende muy bien.
El profesor Heymann ha sido para todos nosotros un Maestro en el sentido completo del término. Siempre ha estado disponible para todos sus estudiantes como interlocutor atento, respetuoso, y formador incansable de nuestra reflexión y buen juicio. Todos sus discípulos de la Escuela de Filosofía, recordamos con especial deleite y gratitud la disponibilidad del profesor Heymann para atendernos, incluso los fines de semana, a fin de reflexionar sobre algún problema filosófico especialmente difícil. Dado su dominio de varios idiomas, en particular, desde luego, el alemán, el profesor Heymann tradujo muchas veces para nosotros, viva voz, un texto cuya traducción no existía todavía y que resultaba esencial para la tesis de licenciatura, el trabajo de grado o la tesis doctoral.
La generosa disponibilidad del profesor Heymann como maestro de generaciones de estudiantes, que han pasado por la Escuela de Filosofía, ha dado forma y convicción a las incipientes vocaciones filosóficas de sus discípulos. De esta manera, la presencia del profesor Heymann ha sido fundamental para definir la vocación de aquellos que han dedicado sus vidas a esta disciplina y que han permanecido ligados a ella; él se ha encargado de vincular el sentido de la rigurosidad y del orden en las deliberaciones filosóficas que los ha marcado de manera certera a lo largo de sus propias carreras académicas.
Como ya hemos señalado, el profesor Heymann atiende desde su cubículo-jardín un interminable desfile de estudiantes, tesistas y discípulos. Los profesores que fueron sus alumnos continúan abordándolo allí con diferentes inquietudes y preguntas. Esta generosa disponibilidad es lo que significa para muchos de nosotros la excelencia ética en la docencia. Además, de él hemos aprendido a no dejar nunca esperando a nuestros estudiantes, a cumplir cabalmente con nuestras obligaciones como profesores, a no juzgar con demasiada severidad los errores de los alumnos y las alumnas, a confiar en que un estudiante problemático, e incluso mentalmente perturbado, pudiera reorientar su vida bajo la guía atenta y comprensiva de un profesor.
En gran medida, gracias a su espíritu como educador y a su inquebrantable talante moral, y a la dignidad que él imprime a su trabajo, muchos de nosotros hemos elegido perseguir una carrera académica como filósofos.
Como investigador, el profesor Heymann goza de un bien ganado lugar como uno de los filósofos venezolanos más prestigiosos dentro y fuera del país. Ha sido profesor invitado en numerosas universidades de Venezuela y del exterior, ha sido invitado incontables veces como conferencista en varios congresos, coloquios, seminarios y eventos realizados en Venezuela y fuera de nuestras fronteras, y sirve como asesor y jurado de tesistas venezolanos y extranjeros. Sus numerosas publicaciones son muy apreciadas por sus estudiantes y colegas por su rigurosidad científica y su claridad y verdadera disposición para iluminar los problemas tratados. Su vasta cultura filosófica e impecable formación académica (obtuvo su doctorado en la Universidad de Heidelberg bajo la guía de Hans Georg Gadamer, una de las grandes figuras de la filosofía del s. XX) le permiten moverse con comodidad y de manera muy provechosa para sus oyentes en las áreas de la ética, la filosofía moderna, la lógica y filosofía de la ciencia, la filosofía antigua y la ontología del siglo XX. Dada su competencia comprobada en numerosos temas de la filosofía, el profesor Heymann es una presencia obligada en casi todos los concursos y defensas de tesis de nuestra área".


Fuente:
http://www.scielo.org.ve/pdf/epi/v28n2/art02.pdf
Luz Marina Barreto
Escuela de Filosofía
Universidad Central de Venezuela

viernes, 3 de febrero de 2012

Nicholas Carr: “El interés de Google, tanto ideológico como económico, es mantenernos en un estado de distracción perpetua.”




Nicholas Carr: “El interés de Google,
tanto ideológico como económico, es
mantenernos en un estado de
distracción perpetua.”


En su último libro Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?
el periodista estadounidense Nicholas Carr indaga sobre el efecto que vivir en la
red ha tenido sobre nuestras memorias, nuestra capacidad de concentración y la
forma de concebir la cultura. Aquí, una reseña del libro y una entrevista con el
autor.

POR ANDRÉS HAX - ahax@clarin.com


"Si usted no pertenece a la generación de los nativos digitales pero ha
estado usando Internet por diez años o más es posible que sufra de los siguientes
síntomas: inhabilidad para concentrarse por largos períodos de tiempo (por ejemplo para leer un libro); lapsos preocupantes de desmemoria; impaciencia general. Si es así, es recomendable que lea el libro Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con
nuestras mentes?, recientemente publicado en Argentina, y donde el periodista
especializado en tecnología Nicholas Carr explica cómo estos síntomas son resultado
directo de participar en la sociedad en red. A partir de este análisis se amplía a dibujar una crítica cultural mucho más salvaje, por la que afirma que estamos entrando en una “nueva ética intelectual".

Aunque Superficiales está repleto de fascinantes anécdotas históricas (por ejemplo:
cómo la manera de pensar y escribir de Nietzsche cambió al empezar a usar una máquina
de escribir) y científicas, junto con amenas divagaciones personales del autor hay, en su centro, una respuesta al por qué del fenómeno de la distracción inducida por Internet. Tiene que ver con recientes descubrimientos de neurólogos sobre cómo funciona la memoria. Específicamente, la respuesta está en cómo las diferentes maneras que actúan nuestras memorias a largo plazo versus las de corto plazo. La explicación minuciosa ocupa un capítulo entero del libro de Carr, pero una síntesis se puede ver en el siguiente párrafo:

Cuando almacenamos nuevos recuerdos a largo plazo, no limitamos nuestros poderes
mentales. Los fortalecemos. Con cada expansión de nuestra memoria viene una
ampliación de nuestra inteligencia. La Web proporciona un suplemento conveniente y
convincente para la memoria personal, pero cuando empezamos a usar Internet como
sustituto de la memoria personal, sin pasar por el proceso interno de consolidación, nos arriesgamos a vaciar nuestra mente de sus riquezas.


Este capítulo, llamado Busca, memoria y el antecedente, La iglesia de Google, son el
corazón de Superficiales. En el primero, Carr hace un magistral resumen sobre la
historia de la ciencia de la memoria y un análisis de cómo el uso de Internet puede alterar, físicamente, la construcción interna de nuestros cerebros. En el capítulo sobre Google, explica el modelo de negocios de esta extraordinariamente poderosa empresa y también cuales son sus planes para el futuro. Esto es fundamental porque, por ahora, Google domina arrasadoramente el paisaje de Internet. Además, el funcionamento de Google (su buscador y todos sus emprendimientos desde Google Books a Google Earth) fomenta nuestra tendencia a la disctracción porque eso es lo que le conviene: más páginas vemos, más avisos pueden vender; y también más información pueden cosechar sobre nuestrós hábitos online.

La tercera parte excepcional del libro está en sus notas y lecturas recomendadas. De esos títulos uno se podría armar un seminario sobre la historia de la lectura, de la tecnología, el cerebro y el libro.

Superficiales no es un libro apocalíptico, pero sí suena una fuerte alarma. Carr (nacido en 1959) estudió literatura en la universidad pero estuvo involucrado apasionadamente –de manera personal– con el auge de la PC y con Internet. No desprecia los mundos que se pueden abrir con un buen uso de la Red. Pero, en su visión más pesimista, la cultura de Internet es radicalmente opuesta a la cultura del libro. Y la cultura del libro –señala reiteradamente Carr en su libro– es lo que construyó la ética intelectual en la que hoy vivimos. Si cambiamos esa por una nueva ética de fragmentos, de lo audiovisual por encima del texto, por la memoria relegada a dispositivos externos… ¿qué pasará entonces? Sólo se puede especular. Pero el pronóstico es oscuro.

Carr contestó, por correo electrónico, unas preguntas de Ñ Digital. (Respondió al pedido inicial de la entrevista en menos de cinco minutos):

Su libro traza los comienzos de una "nueva ética intelectual". Siempre resalta
un perfil optimista de los fenómenos que describe pero en su corazón ¿piensa
que estamos entrando en un periodo cultural oscuro?


A pesar de todos sus beneficios, no creo que Internet —o los medios digitales en general— sean sanos para la cultura. La tecnología enfatiza la eficiencia, la conveniencia y la velocidad. Pero el desarrollo cultural requiere atención, calma y contemplación. La red fomenta el consumo rápido, lo cual es antitético a la creación de una cultura rica.

Usted es un lector de literatura. ¿Hay un novelista que haya logrado
representar esta era de la Red, tanto en el contenido como en la forma de su
obra?


En cuanto a la forma, creo que el fallecido David Foster Wallace capturó en su prosa algo de la fuerza abrumadora de sobrecarga mediático que sufrimos y cómo eso nos lleva a ser consumidores de información. En cuanto al contenido, dos novelas recientes que he leído —A Visit from the Goon Squad, de Jennifer Egan y Super Sad True Love Story, de Gary Shteyngart— ambas se conciernen con las consecuencias de la Red para nuestras vidas interiores. Ninguno de estos libros, tendría que agregar, es optimista sobre el futuro de la escritura y la lectura serias.


Google ha aplicado el "taylorismo" a nuestras conciencias y la ambición de esa
empresa es nada menos que crear la inteligencia artificial. ¿Tendríamos que
aterrorizarnos por Google?


No creo que debiéramos aterrorizarnos por Google, pero sí preocuparnos por la empresa y su poder. Google tiene una mirada estrecha sobre las posibilidades del intelecto humano; una que no tiene en cuenta las alegrías del pensamiento meditativo y solitario. Y esta inclinación se refleja en los servicios que provee. Esta en el interés de Google, tanto ideológico como económico, mantenernos en un estado de distracción perpetua y distraídos por corrientes entrantes de información. Google no quiere que nos desaceleremos y seamos pensativos.

¿Después de diagnosticarse con un problema de atención debido a la Red,
tomó algunas medidas para atacar los síntomas?

Cerré mis cuentas de Twitter y Facebook y he intentado limitar mi uso de la Red, pero no he sido del todo exitoso en eso. El hecho es que la presunción de conectividad constante ya es parte de las normas sociales y es difícil extraerse de este imperativo tecnológico. Ya no es un tema de elección personal.

Después de publicar su último libro, Kevin Kelly dijo que sería el último libro
impreso que publicaría. ¿Se ve diciendo lo mismo en algún momento?


Desde ya, espero que no.

¿Vislumbra un momento en el futuro en cual la tecnología será autónoma?

No veo ningún signo que indica que la tecnología se está acercando a la autonomía. Si
sacas a todos los seres humanos de la Tierra, en poco tiempo todas nuestras tecnologías dejarían de funcionar. Siguen siendo completamente dependientes de nosotros. Mi miedo no es que las tecnologías tomen comando, sino que mientras nosotros –los seres humanos–nos volvamos más dependientes de las tecnologías para comunicarnos y para pensar, nos vamos a convertir en algo más parecido a las máquinas y menos como los humanos. Entonces, en ese sentido, seremos formados por las herramientas que usamos, como sucedía en el pasado.


Fuente: http://www.editorialtaurus.com/uploads/ficheros/libro/sala-prensa/201106/sala-prensa-superficiales.pdf

miércoles, 1 de febrero de 2012

¿Por qué leer en Internet no es igual a leer un libro?




"Investigaciones sugieren, a base de los efectos cognoscitivos del hipertexto, que éste no es ninguna panacea para la educación del futuro".
Blog Papel en blanco

"Leer textos a través de Internet, mayormente hipertextos, no parece ser lo mismo que leer un texto fuera de Internet, mayormente un texto plano. Sobre todo si nuestra intención es aprender.

La intuición parece decirnos lo contrario: si la cuestión es aprender, lo mejor parecer ser que el texto esté jalonado de vínculos que enlacen con otras páginas, así se conseguirá una suerte de conocimiento interconectado, global, orgánico, de perspectiva múltiple, etc.

Pero la investigación sugiere, a base de los efectos cognoscitivos del hipertexto, que éste no es ninguna panacea para la educación del futuro.

El mayor handicap es que el la propia estructura del hipertexto dificulta la lectura: implica la realización de tareas muy exigentes ajenos al acto de leer en sí mismo, tal y como señala Nicholas Carr en Superficiales:

"Descifrar hipertextos es una actividad que incrementa sustancialmente la carga cognitiva de los lectores; de ahí que debilite su capacidad de comprender y retener lo que están leyendo. Un estudio de 1989 demostró que los lectores de hipertextos a menudo acababan vagando distraídamente “de una página a otra, en lugar de leerlas atentamente”. Otro experimento, de 1990, reveló que los lectores de hipertextos a menudo “no eran capaces de recordar lo que habían leído y lo que no”. En un estudio de ese mismo año, los investigadores hicieron que dos grupos de personas respondieran a una serie de preguntas mediante consultas a un conjunto de documentos. Un grupo consultó documentos electrónicos dotados de hipertextos, mientras que el otro consultó documentos tradicionales impresos en papel. El grupo que consultó documentos impresos superó en rendimiento al grupo dotado de hipertextos a la hora de completar su tarea".

Podríamos pensar que el hipertexto requiere más carga cognitiva porque no estamos habituados al hipertexto.

Es decir, que con el transcurrir de los años, la gente se acostumbraría a la arquitectura del hipertexto. Pero no ha sido así.

Los efectos continúan nocivos de leer hipertextos siguen siendo idénticos: los lectores de texto lineal entiende más, recuerda más y aprende más que aquellos que leen texto salpimentado de vínculos dinámicos.

En 2005, Diana DeStefano y Jo-Anne LeFevre, psicólogas del Centro de Investigación Cognitiva Aplicada de la Universidad de Carleton (Canadá), sometieron a revisión exhaustiva nada menos que 38 experimentos ya realizados en relación con la lectura de hipertextos.

"La mayoría de las pruebas indicaba que “las crecientes demandas de toma de decisiones y procesamiento de la lectura”, especialmente en contraste con “la presentación lineal tradicional.” Concluyeron que “muchas prestaciones del hipertexto aumentaban la carga cognitiva, pudiendo exigir mayor memoria de trabajo de la que tenían los lectores.”

Otra cosa es que pedagógicamente se convenga que los contenidos bien diseñados, donde se combinan explicaciones o instrucciones auditivas y visuales, puedan mejorar el aprendizaje del lector. Eso se sostiene porque nuestros cerebros usan canales diferentes para procesar lo que vemos y oímos. Internet, sin embargo, no ha sido diseñada por educadores para optimizar el aprendizaje: todo se presenta de forma desequilibrada, de una forma que no deja de fragmentar la concentración.

"La Red es, por su mismo diseño, un sistema de interrupción, una máquina pensada para dividir la atención. Ello no resulta sólo de su capacidad para mostrar simultáneamente muchos medios diferentes. También es consecuencia de la facilidad con la que puede programarse para enviar y recibir mensajes. La mayoría de las aplicaciones de e-mail, por usar un ejemplo obvio, están configuradas para comprobar automáticamente si hay nuevos mensajes cada cinco o diez minutos; y muchos usuarios actualizan rutinariamente, con el mismo fin, la bandeja de entrada, por si esta frecuencia no fuera suficiente. (…) Más allá de la influencia de los mensajes personales (no sólo por e-mail, sino también instantáneos o los telefónicos), la Web nos suministra cada vez más notificaciones automáticas".

Internet, pues, exige multitarea mental continua. Y además nos gusta, nos produce placer que se nos interrumpa con nuevos eventos y noticias. Para nuestro cerebro, este tipo de información anecdótica es adictiva. Y el hipertexto alimenta esa adicción. Interrumpiéndonos. Dificultando la lectura de textos lineales sostenidos que precisan de concentración.

Así que no siempre es lo mismo leer a través por Internet que leer un libro. Aunque todos quisiéramos que fuera así.

Si queréis profundizar en este tema, de cómo Internet nos vuelve más tontos pero también más inteligentes (según el tipo de inteligencia que estemos midiendo), os recomiendo otro artículo que escribí al respecto en la revista Mètode , de la Universidad de Valencia. Y, por supuesto, el libro de Nicholas Carr Superficiales.

Y espero que los hipervínculos del texto no os hayan distraído demasiado".

El autor es escritor y columnista

Fuente Blog Papel en Blanco

Ver: http://www.dialogodigital.com/index.php/%C2%BFPor-que-leer-en-Internet-no-es-igual-a-leer-un-libro.html