Cambiando la práctica docente en la enseñanza de las ciencias a través
de CTS(1)
José Antonio Acevedo Díaz (2)
Resumen
La orientación educativa CTS facilita las innovaciones en los curricula
de ciencia y tecnología en todos los niveles de enseñanza, de acuerdo con las
nuevas finalidades para la educación científica y tecnológica que son precisas
en el siglo XXI. Ahora bien, su implantación real y efectiva pasa
necesariamente por modificar la práctica docente desde dos puntos de vista
complementarios: el papel del profesor y las estrategias de
enseñanza-aprendizaje.
¿Qué es CTS en el ámbito educativo?
Ciencia, Tecnología y Sociedad
(CTS) es al mismo tiempo un campo de estudio e investigación y, sobre todo,
una propuesta educativa innovadora de carácter general (Acevedo, 1997; Vázquez,
1999). Desde la primera perspectiva trata de comprender mejor la ciencia y la
tecnología en su contexto social; aborda, pues, las relaciones mutuas entre los
desarrollos científicos y tecnológicos y los procesos sociales. Como propuesta
educativa general constituye un nuevo planteamiento radical del curriculum en
todos los niveles de enseñanza, con la principal finalidad de dar una formación
en conocimientos y, especialmente, en valores que favorezca la participación
ciudadana responsable y democrática en la evaluación y el control de las
implicaciones sociales de la ciencia y la tecnología (Waks, 1996b).
Así pues, en el ámbito educativo, la educación CTS es una innovación
destinada a promover una extensa alfabetización científica y tecnológica
(science and technology literacy), de manera que se capacite a todas las
personas (science and technology for all) para poder tomar decisiones
responsables en cuestiones controvertidas relacionadas con la calidad de las
condiciones de vida -entendida ésta en un sentido amplio- en una sociedad cada
vez más impregnada de ciencia y tecnología (Manassero, Vázquez y Acevedo,
2001).
¿Qué debe entenderse aquí por
alfabetización científica y tecnológica? Bajo esta expresión pueden
perseguirse diversos objetivos, que van desde aquellos más centrados en los
conocimientos hasta los que hacen mayor hincapié en los aspectos actitudinales
y axiológicos (valores y normas). Así pues, una enseñanza con orientación CTS
puede destinarse a:
Incrementar la comprensión de
los conocimientos científicos y tecnológicos, así como sus relaciones y
diferencias, con el propósito de atraer más alumnado hacia las actividades
profesionales relacionadas con la ciencia y la tecnología.
Potenciar los valores propios
de la ciencia y la tecnología para poder entender mejor lo que éstas pueden
aportar a la sociedad, prestando también especial atención a los aspectos
éticos necesarios para su uso más responsable.
Desarrollar las capacidades
de los estudiantes para hacer posible una mayor comprensión de los impactos
sociales de la ciencia y, sobre todo, de la tecnología, permitiendo así su
participación efectiva como ciudadanos en la sociedad civil. Este punto de
vista es, sin duda, el que tiene mayor interés en una educación obligatoria y
democrática para todas las personas.
¿Por qué CTS en la educación?
Como consecuencia del enorme trecho que hay entre los documentos de
planificación de la enseñanza y la gestión de la misma en el aula, las metas
que se formulan en los proyectos curriculares no predicen necesariamente
posteriores actuaciones en clase. Muchos profesores, que son conscientes de los
objetivos deseables, no saben luego cómo llevarlos a la práctica y continúan
enseñando de la misma manera que siempre. Por ejemplo, el profesorado de
ciencias ha expresado muchas veces su preocupación por desarrollar en el
alumnado actitudes más positivas hacia la ciencia (Solbes, 1990) y porque sean
capaces de identificar y resolver problemas más reales, aplicando en su entorno
cotidiano los conocimientos científicos que se abordan en el aula. Sin embargo,
por diversos motivos -algunos relacionados con una formación inadecuada- no son
muchos los profesores que realmente reflejan estas buenas intenciones en el
desarrollo de su enseñanza habitual (Solbes y Vilches, 1995; también Vilches,
1993). La orientación CTS de la enseñanza de las ciencias intenta aportar
soluciones a estos problemas.
En efecto, la perspectiva CTS permite ir más allá del mero conocimiento
académico de la ciencia y la tecnología, preocupándose por los problemas
sociales relacionados con lo científico y lo tecnológico, favoreciendo la
construcción de actitudes, valores y normas de conducta en relación con estas
cuestiones y atendiendo a la formación del alumnado para tomar decisiones con
fundamento y actuar responsablemente -individual y colectivamente- en la
sociedad civil (para más información sobre estos aspectos pueden consultarse,
entre otros, Acevedo, 1995, 1996, 1997; Manassero, Vázquez y Acevedo, 2001;
Vázquez, 1997; Waks, 1990a,b, 1992, 1996a,b). Al mismo tiempo, la orientación
CTS en la enseñanza de las ciencias puede contribuir mejor a la adquisición de
las capacidades generales formuladas para la Educación Secundaria Obligatoria,
así como facilitar también la consecución de los objetivos generales propios
del área de Ciencias de la Naturaleza en esa etapa de la educación obligatoria.
El papel del profesor en la educación CTS
Gran parte de los éxitos, y también de los fracasos, de los estudiantes
suelen estar relacionados con el clima que se genera en el aula. Los profesores
que deseen dar una orientación CTS a su enseñanza no sólo tienen que comunicar
a sus alumnos los objetivos que se pretenden alcanzar, sino que han de
esforzarse personalmente por lograrlos y predicar con el ejemplo. El
profesorado deberá promover también la comunicación en el aula, una mayor
actividad -que no "activismo"- por parte de los alumnos y hasta una
cierta autonomía para ellos. Penick (1993) lo ha subrayado con rotundidad cuando
señala que, si se quiere potenciar la libertad intelectual, estimular el
pensamiento crítico, la creatividad y la comunicación entre los alumnos,
tomando como referente lo que se considera necesario y deseable en las
finalidades educativas del Proyecto de Centro, es necesario un tipo de profesor
que tenga claro cuál debe ser el clima del aula más adecuado para la educación
CTS, una sólida formación para definirlo y defenderlo, y la capacidad para
crearlo, lo que supone más cooperación entre el profesorado y el alumnado para
reforzar su autoestima.
Partiendo de diversos estudios de investigación sobre el profesorado
que trabaja en el marco de una enseñanza CTS, Penick (1993) ha identificado y
generalizado un conjunto de funciones básicas para caracterizar su papel en
este tipo de enseñanza, las cuales se han reelaborado y resumido en el cuadro
1.
Cuadro 1
Algunas funciones
características del profesorado que pone en práctica la educación CTS.
1. Dedican tiempo suficiente a planificar los procesos de enseñanza-aprendizaje
y la programación de aula, así como a la evaluación de la enseñanza practicada
para mejorarla.
2. Son flexibles con el curriculum y la propia programación.
3. Proporcionan un "clima" afectivamente acogedor e
intelectualmente estimulante, destinado a promover la interacción y la
comunicación comprensiva en el aula.
4. Tienen altas expectativas sobre sí mismos y sus alumnos, siendo
capaces de animar, apoyar y potenciar las iniciativas de éstos.
5. Indagan activamente, mostrándose deseosos de aprender nuevas ideas,
habilidades y acciones, incluyendo tanto las que provienen de la psicopedagogía
como de la actualidad científica y tecnológica y del ámbito social. También son
capaces de aprender con sus compañeros y con sus alumnos.
6. Provocan que surjan preguntas y temas de interés en el aula. Siempre
piden fundamentos o pruebas que sostengan las ideas que se proponen.
7. Potencian la aplicación de los conocimientos al mundo real. Dan
tiempo para discutir y evaluar estas aplicaciones.
8. Hacen que los alumnos vean la utilidad de la ciencia y la tecnología
y les dan confianza en su propia capacidad para utilizarlas con éxito. No
ocultan, sin embargo, las limitaciones de éstas para resolver los complejos
problemas sociales.
9. No contemplan las paredes del aula como una frontera, ya que creen
que el aprendizaje debe transcenderla. Llevan a clase personas y recursos
diversos. Educan para la vida y para vivir.
Puede advertirse que la mayoría de estas funciones no son exclusivas de
este enfoque, pero el movimiento educativo CTS las ha recogido conjuntamente
como imprescindibles para lograr una enseñanza de calidad destinada a
proporcionar el éxito de los estudiantes en sus aprendizajes.
Estrategias de enseñanza-aprendizaje en la educación CTS
Para romper con la monotonía del aula, contribuyendo así a motivar más
a los estudiantes en sus aprendizajes, en la educación CTS suele utilizarse una
gran diversidad de estrategias y técnicas de enseñanza. Aunque, como hace notar
Membiela (1995), ninguna es exclusiva de la enseñanza con orientación CTS, la
variedad metodológica de las clases CTS es mayor que en otros casos (Hofstein,
Aikenhead y Riquarts, 1988).
Estas técnicas y estrategias van más allá de lo que se suele hacer
habitualmente en la enseñanza de las ciencias: conferencias del profesor
(lecciones magistrales), demostraciones experimentales (experiencias de
cátedra), sesiones de preguntas (más a los alumnos que de los alumnos, y raras
veces entre los alumnos), resolución de problemas de papel y lápiz
(frecuentemente ejercicios poco problemáticos para el profesor) y trabajos
prácticos en el laboratorio (generalmente concebidos como comprobaciones
experimentales siguiendo una receta). No vamos a debatir aquí sobre la eficacia
de estas técnicas metodológicas en la enseñanza de las ciencias (para una
crítica a las mismas, elaborada con coherencia desde una particular visión
constructivista del aprendizaje, puede consultarse Gil, Carrascosa, Furió y
Martínez-Torregrosa, 1991).
En la educación CTS se utilizan actividades que suponen una gran
implicación personal para el alumnado y que sirven para desarrollar programas
de enseñanza y elaborar proyectos curriculares en los que se presta más
atención a centros de interés de los estudiantes que a otros puntos de vista
más academicistas. A partir de problemas de interés social de la ciencia y la
tecnología, que incluyen tanto sus posibles efectos beneficiosos como los
riesgos potenciales, la enseñanza CTS supone utilizar, entre otras, las
estrategias de enseñanza-aprendizaje que se muestran en el cuadro 2 y han sido
señaladas, entre otros, por Acevedo (1996), Membiela (1995) y San Valero
(1995).
Cuadro 2
Estrategias de
enseñanza-aprendizaje que se usan en la enseñanza CTS
1. Resolución de problemas abiertos incluyendo la toma razonada y
democrática de decisiones.
2. Elaboración de proyectos en pequeños grupos cooperativos.
3. Realización de trabajos prácticos de campo.
4. Juegos de simulación y de "roles" (role-playing).
5. Participación en foros y debates.
6. Presencia de especialistas en el aula, que pueden ser padres y
madres de la comunidad educativa.
7. Visitas a fábricas y empresas, exposiciones y museos
científico-técnicos, complejos de interés científico y tecnológico, parques
tecnológicos, etc.
8. Breves períodos de formación en empresas y centros de trabajo.
9. Implicación y actuación civil activa en la comunidad.
Muestras concretas del uso de estas técnicas pueden encontrarse en los
proyectos y materiales curriculares para la enseñanza de las ciencias desde una
perspectiva CTS. Así, en el Proyecto APQUA (Medir, 1995) las actividades de
trabajo plantean, además de experimentos de bajo coste, preguntas abiertas para
el debate y situaciones simuladas como, por ejemplo, una asamblea pública para
la evaluación social de tecnologías (métodos de limpieza), en relación con un
problema significativo (la contaminación de las aguas subterráneas) y
atendiendo a diversos factores de decisión (seguridad, rapidez, coste,
transporte e impacto en el medio). Otro ejemplo puede ser el Proyecto Biología
Humana para la Enseñanza Secundaria (13-14), de la Universidad de Stanford
(California, EE.UU.), que se centra en la resolución de problemas de las
ciencias biológicas y sociales importantes para el alumnado de esas edades,
tanto desde una óptica personal como social (Acevedo, 1991); el análisis de
situaciones problemáticas, la realización de experimentos, las discusiones
razonadas y la toma de decisiones son elementos destacados en el desarrollo de
su programa de actividades.
Además de las estrategias señaladas, el Proyecto Ciencia a través de
Europa (Science Across Europe) introduce una interesante novedad metodológica:
la comunicación y el intercambio de información sobre temas CTS entre colegios
europeos, poniendo así de manifiesto las diferentes tradiciones nacionales
frente a una cultura europea común (Parejo 1995). Por ejemplo, en la unidad
temática Lluvia ácida sobre Europa se estudia el problema en diversos países
europeos comparando diferentes puntos de vista. Así mismo, la unidad Energía
renovable en Europa considera las fuentes y el uso de energías renovables a
pequeña y gran escala. Esta peculiaridad del proyecto permite pasar de los
problemas locales del entorno próximo a los globales y comunes para todos los
europeos, combinando a la vez la diversidad y unidad de los impactos sociales
de la ciencia y la tecnología.
Aunque estimulantes, a veces estas técnicas pueden resultar muy
exigentes para el profesorado, que tendrá que cambiar su papel de actuación en
el aula dedicándose más a la organización de la misma, distribuir el tiempo
disponible y los recursos y, sobre todo, ocuparse del clima del aula, de
acuerdo con lo que se ha indicado.
Recapitulación
En otro artículo (Acevedo, 1997) nos ocupábamos del significado de la
educación CTS en la enseñanza secundaria y de las diversas opciones posibles
para introducirla en los curricula de ciencias. En esta ocasión nos hemos
centrado en destacar cómo una enseñanza con orientación CTS puede ayudar a
modificar la praxis docente desde dos puntos de vista complementarios: el papel
del profesor y las estrategias de enseñanza-aprendizaje.
Si allí se reclamaba la incorporación de la formación de actitudes de
responsabilidad personal y social en la educación científica y tecnológica,
aquí se subraya también la importancia de la gestión ambiental del clima del
aula, tanto en lo afectivo como en lo metodológico, y la extensión de los
aprendizajes más allá de ella con el fin de lograr así una enseñanza de mayor
calidad y mejores actitudes hacia el aprendizaje de la ciencia y la tecnología”.
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Notas
(1) Ésta es una versión corregida y actualizada con nuevas referencias
bibliográficas de la publicada originalmente con el mismo título en la revista
Borrador, 13, pp. 26-30, (1996), en la actualidad fuera de edición. El autor
agradece las facilidades recibidas para poder hacer uso libre de los contenidos
del artículo.
(2) Inspección de Educación. Consejería de Educación de la Junta de
Andalucía. Delegación Provincial de Huelva. E-mail: ja_acevedo@airtel.net
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